EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO
Por Gastón Dell Arciprete. Universidad de Rosario
La historia del
acompañamiento psicoterapéutico data de los años 70.
Entonces,
las descompensaciones psicóticas eran resueltas exclusivamente en la
internación institucional.
Esto
equivalía al aislamiento del paciente y de su familia. Como alternativa a esta
estrategia surge la internación domiciliaria y la figura del Acompañante Psicoterapéutico
como sostén del tratamiento en el ámbito del paciente, evitando así la
internación en una institución psiquiátrica.
¿QUÉ ES
EL ACOMPAÑAMIENTO PSICOTERAPEÚTICO?
Consiste
en una estrategia terapéutica que se despliega en la cotidianeidad del paciente
ya sea que este se halle internado o realizando tratamientos ambulatorios.
La tarea
se realiza siempre en equipo y los objetivos son planteados por el profesional
tratante.
Integrado
a otros tratamientos, permite su continuidad en el ámbito de la vida del
paciente, con su familia y con la comunidad en la tarea de resocialización.
¿En que ámbitos puede ser requerida la asistencia del acompañante?
Se
pueden enumerar varias alternativas que comprenden la asistencia en el ámbito
de la salud.
ASISTENCIA
INSTITUCIONAL
- Internación
clínica.
-
Hospital de día.
-
Institución psicopedagógica.
-
Institución de rehabilitación.
-
Institución pedagógica de integración.
ASISTENCIA
DOMICILIARIA
-
Internación domiciliaria.
-
Tratamiento ambulatorio.
¿A qué población está dirigida la asistencia del acompañante?
El
denominador común de los pacientes que requieren de un acompañamiento
terapéutico estriba en una disminución de sus posibilidades de autovalimiento y
una significativa retracción, producida por la enfermedad.
El recurso
puede plantearse para:
- PACIENTES PSIQUIATRICOS AGUDOS O
CRÓNICOS: (Neurosis graves, psicosis, adicciones, trastornos de la
alimentación).
- DISCAPACIDADES EN GENERAL: (Motrices y/o psicológicas).
- AFECCIONES CLÍNICAS: (Oncológicas, renales, terminales etc.).
En
cuanto a la edad puede estar dirigido a niños, adultos, adolescentes y gerontes
siendo la modalidad tanto grupal como individual.
¿En qué
consiste la formación de un Acompañante Terapéutico?
La misma
contempla la articulación de los conocimientos teóricos del fenómeno
psicológico, la práctica clínica en la aplicación de esos conceptos en el
trabajo con el paciente y la función social que implica la integración a la
comunidad.
¿Qué es
el acompañamiento terapéutico?
Al
Acompañamiento Terapéutico se lo define como a una técnica terapéutica
complementaria, que se utiliza para la contención de pacientes descompensados,
en un marco de prevención, atención y resocialización.
El
Acompañante Terapéutico (A. T.) se inserta en la vida cotidiana del enfermo, ya
sea en su domicilio, la institución en la que se halle internado, o en forma
ambulatoria. Trabaja en un nivel vivencial, no interpretativo, dentro de un
equipo interdisciplinario y siguiendo las consignas del terapeuta de cabecera.
Este
enfoque de mínima distancia y de una gran disponibilidad afectiva, favorece una
mayor eficiencia terapéutica.
Se
expone la modalidad de trabajo, así como la importancia de la capacitación y
entrenamiento del A. T., que servirán de sostén en esta comprometida tarea,
facilita por ciertas características de personalidad.
INTRODUCCION
La
necesidad de compañía y estimulación humana es algo que se ha reconocido desde
tiempo inmemorial. En la mayoría de las culturas existe la costumbre de que los
afligidos por enfermedades, muertes o desgracias, reciban ánimo y apoyo de
parientes, amigos, vecinos o incluso extraños que puedan permanecer con esa
persona hasta que recupere su entereza. Ante un desastre o peligro repentino
externo o interno, los adultos con frecuencia aumentan sus exigencias de otras
personas, buscando la proximidad de un ser conocido y en quien confían,
manifestando una conducta de apego que prolonga de modo directo la de la
infancia.
Las
teorías psicodinámicas han puesto de manifiesto la eficacia terapéutica del
contacto personal entre el agente terapéutico y el paciente. Sabemos que la
historia antigua del abordaje de la locura marginó al enfermo de diferentes
maneras con recursos poco terapéuticos, produciendo un efecto de segregación en
los demás; transitando el camino de la incertidumbre y del encierro, hasta que
sucesivas innovaciones modificaron su abordaje hacia lo familiar y comunitario.
En este encuadre se observó la eficacia del análisis de los tipos vinculares.
Los psicoterapeutas necesitaron implementar técnicas nuevas ante la demanda de
un contacto personalizado. Entonces, se vieron necesitados de prescribir
Agentes de Salud Mental que pudieran absorber esta tarea. Así el acompañamiento
Terapéutico aparece ante las nuevas exigencias que se plantean en la Psicología
Clínica contemporánea.
Es así
como el Acompañamiento Terapéutico comienza como una necesidad del terapeuta,
que por lo general no puede dedicarle tantas horas a un paciente, y entonces
designa a una persona entrenada y capacitada para la contención. Su presencia
en sí es un acto terapéutico, entendiéndose por tal: el que “cura”, cuida y
alivia. Y en el cual se va a establecer un vínculo que el enfermo no tuvo hasta
ese momento, y que le posibilitará instaurar una diferencia, creando nuevos
lazos de resocialización. Acompañar es estar con el otro, compartir.
Etimológicamente: hacerse compañero, compartir el mismo pan. Sin embargo, no se
trata de una relación simétrica, de igualdad, ni de amistad. Sino que hay una
estrategia dirigida a una cura, y esto es lo que la diferencia de una situación
no terapéutica, en la que sólo se comparte algo con el otro. Lo curativo hace
que “desaparezcan los síntomas”, haya un enriquecimiento personal y se adquiera
la tan ansiada capacidad o habilidad para estar solo.
LA
CAPACIDAD DE ESTAR SOLO
Todos
tenemos la necesidad primitiva de estar con otros, desde el comienzo de nuestra
vida necesitamos del sostén materno, de la presencia del otro. El bebé nace con
un yo inmaduro que no tiene defensa, y que está sostenido por el yo de la
madre, que funciona como su medio ambiente protector. Según Winnicott, a ese yo
el niño lo va a ir introyectando, para luego ser capaz de estar solo sin la
alusión frecuente a la madre o símbolo materno. La base para adquirir la “capacidad
de estar solo”, es entonces una paradoja; es la capacidad de estar solo
mientras otra persona se encuentra presente, y que sin una cantidad suficiente
de esta experiencia no puede desarrollarse. Esta capacidad o habilidad es uno
de los más importantes rasgos de madurez en el desarrollo emocional. Y el
acompañante terapéutico (A. T.), en tanto presta su persona, practica y
vivencia un rol de protección, apoyo, soporte, sostén y fundamentalmente de
contención permanente. Un asistir, o sea un co-vivenciar el mundo interno del
paciente, lo que se supone una relación y un compromiso emocional con ese
sujeto. Esto constituye el aspecto más primario de la relación, por eso
entronca con el llamado “maternaje”. Permitiendo así acompañar al paciente en
el proceso que va de su regresión a su individuación.
ROL Y
FUNCION
El
Acompañamiento Terapéutico constituye un rol de múltiples funciones: compartir,
escuchar, observar, ayudar a hacer cosas, frenar impulsos, contener, estimular,
etc., pero no interpretar. Y fundamentalmente una función de maternaje. Es el
método menos agresivo de contención a pacientes descompensados, sólo hace falta
recordar: la exclusión social, las cadenas, el encierro, la convivencia con
delincuentes y vagabundos, latigazos, animalidad, baños de inmersión con agua
fría, duchas por sorpresa, chaleco y tratamientos eléctricos. Los psicofármacos
que fueron una gran revolución, aparecieron en la época del ’50. Y
contrariamente a la institución custodial, Maxwell Jones crea la comunidad
terapéutica. Antes se alejaba al loco de la familia y la comunidad, hoy se lo
acerca a su ambiente y a su historia.
El
Acompañamiento Terapéutico tiene que ver con la jerarquización de la contención
humana en pacientes crónicos y agudos, con quienes los abordajes terapéuticos
clásicos fracasaban.
El A.T.
es un agente de salud capacitado para sostener, cuidar, aliviar y compartir:
las ansiedades, angustias y desequilibrios de enfermos con perturbaciones
emocionales, que han entrado en crisis al no poder generar respuestas
adaptativas, ante situaciones externas e internas que se presentan en la vida
del sujeto, y que desencadenan en trastornos de la personalidad llevando a
situaciones de: descontrol, crisis, ideas suicidas, actuaciones auto y
heteroagresivas, empobrecimiento del yo, etc., en los distintos cuadros
psicopatológicos: neurosis graves, borderline, adicciones (drogas, alcohol),
psicopatías descompensadas y psicosis. También en pacientes psicofísicos y
terminales.
EL
TERAPEUTA Y EL EQUIPO INTERDISCIPLINARIO
Cuando
desbordan las posibilidades de contención del terapeuta, el A. T. va en su
representación, funcionando como un soporte, y siendo un yo auxiliar que brindará un vínculo distinto a los ya conocidos,
con el objetivo de generar un cambio.
El
paciente se debe sentir: cuidado, protegido y apoyado en una función de
maternaje en la que el terapeuta triangula.
El
terapeuta, además de indicar el Acompañamiento Terapéutico (él o el equipo
tratante), será el encargado de establecer las consignas: horarios, tipos de
salidas, permisos, restricciones, riesgos, urgencias, hacia donde apunta el
acompañamiento, cuál es su objetivo y el número de acompañantes terapéuticos.
Será de uno o lo mínimo: para ampliar el mundo relacional y afectivo del
paciente, cuando la contención se hiciera dificultosa, para ensayar una misma
conducta con distintas personas o diferentes conductas con la misma.
El
equipo esta constituido básicamente por: un terapeuta individual, uno familiar,
uno o más A. T. y un coordinador de éstos si fuera necesario.
SOBRE
QUIENES OPERA EL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO
Se trata
de una tarea en la que no sólo se deberá tener en cuanta la contención
individual del paciente, sino también la de su pareja, familia y grupo
circundante, ya que no solamente se acompaña al enfermo sino también a su
entorno.
El A. T.
deberá detectar el “el punto de urgencia” de la familia o grupo, sin dejar de
realizar un trato personalizado. Por ejemplo: la mucama puede estar necesitando
más ayuda que el resto de los integrantes de la casa en determinado momento.
FAMILIA
Y A. T.
Hoy día,
se concibe al paciente no ya como un caso aislado sino como lo que en realidad
es: el emergente de un grupo familiar enfermo; dejando en evidencia que es
imposible ubicar y encuadrar a la enfermedad psíquica en el exclusivo plano
individual y que para comprenderla, es imprescindible considerarla dentro del
ámbito del grupo constituido por los seres vinculados al enfermo por lazos
familiares.
Para
poder realizar la asistencia familiar es importante que la familia esté
motivada, y solamente un desequilibrio suscita dicha motivación promoviendo:
1) la
búsqueda de ayuda
2) la
aceptación al ofrecimiento de ayuda
En el
grupo familiar se tratará de ver:
a) cómo
funciona el paciente dentro de él
b) cómo
se dan los roles, ya que la crisis familiar provocada, hace que se produzcan:
redistribuciones y nuevos roles. Es decir, sus cambios van a generar otros
cambios.
Es
aconsejable que el A. T. se incluya en esta estructura con “pie de plomo”, y se
gane la confianza de sus miembros.
DONDE SE
DESARROLLA EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO
INSTITUCIONAL:
La institución le permite al paciente volcar sus contenidos patológicos en un
marco de más seguridad. A pesar de ser el lugar de mayor contención, hay
pacientes que sin embargo necesitan también Acompañamiento Terapéutico, por
encontrarse por ejemplo en un período confusional. La presencia física, el
afecto y a veces hasta la ayuda corporal, favorecen notablemente a su estado.
Llegando el enfermo a necesitar un Acompañamiento Terapéutico desde 2 horas a
24 horas por turnos rotativos.
En un
segundo momento el A. T. funcionará como el trasmisor de la cultura
institucional, ayudando al paciente a la adaptación de la actividad
comunitaria, y a cumplir las reglas institucionales.
AMBULATORIO:
Aquí el A. T. será el trasmisor de la ley social, ayudando al paciente en su
resocialización, ordenamiento y planificación. Programando estrategias que
pauten las salidas, pues éstas no deben ser azarosas. Pueden realizarse desde
la casa o la institución. Incluso viajes con el paciente sólo, o con su pareja,
familia o amigos.
DOMICILIARIO:
El lugar donde se desarrolle el Acompañamiento Terapéutico va a determinar
conceptos terapéuticos diferentes. En el domiciliario tanto la familia como el
paciente intentarán imponer sus reglas. Aquí el A. T. Tendrá la complicada
tarea de revertir la situación, reconociendo al o a los aliados con quienes
contará para introducir su palabra.
El A. T.
No deberá interpretar, sino recoger material relacional y vivencial, para
comunicárselo al terapeuta y al equipo.
VINCULO
A. T. – PACIENTE
Los
seres humanos se conectan entre sí a través del encuentro.
Luego
con la interacción, que es la primera forma de comunicación, se va a ir
estableciendo un vínculo.
En el
vínculo participan dos o más personas, necesitándose una a la otra en la misma
forma, y surgiendo en un campo común en el que tiene que haber reciprocidad.
Investigaciones
diversas han demostrado que desarrollar un vínculo cálido y empático con el
paciente, permite fomentar cambios más rápidos. Y ésta es un poco la clave del
Acompañamiento Terapéutico: al establecer un buen vínculo, ligazón, unión o
lazo, se van a generar más logros terapéuticos.
EL
CONTACTO FISICO
Los
pacientes que necesitan ser acompañados terapéuticamente, por lo general son
personas a las que se las ha privado o inundado afectivamente; con lo cual se
es dificultoso demostrar sus sentimientos, o por el contrario tienen a
desbordarse. Y es por eso que la tarea del A. T., será la de regular el dar y
recibir adecuadamente los intercambios afectivos, a partir de brindarles un
vínculo más sano, para mejorar la relación del paciente consigo mismo y con los
demás. Al demostrarles cariño, y tratarlos con ternura y amor, se les eleva la
autoestima y se les brinda un modelo de identificación.
Hay
distintos tipos de contacto físico con el paciente, como el abrazo y las
caricias, que favorecen el bienestar emocional y corporal.
Sin
embargo, hay que saber, cuándo y cómo, acariciar y abrazar, para que resulte
realmente terapéutico. Realizarlo en un momento y con una presión inadecuada,
puede ser perjudicial, porque tenderá a manifestarse como refuerzo de la
enfermedad, por ejemplo: madres ahogantes. Si se repite este esquema, se lo
mantiene, y no se produce un cambio favorecedor.
Es de
suma importancia tener en cuenta, el momento del paciente y su cuadro
psicopatológico; no es lo mismo el contacto que se establece con un
esquizofrénico. Y, cuando uno se acerca a un psicótico crónico deteriorado
(como patología severa extrema), comprende rápidamente que las palabras están
de más.
De todas
maneras, los acercamientos deben ser graduales, cautelosos y cuidadosos, en
cualquiera de los casos.
CONDICIONES
PERSONALES PARA SER UN A. T.
-
Actitud disposicional (que va a favorecer la escucha, la observación y el
carácter vivencial-emotivo de la tarea)
-
Receptividad y Contención
-
Empatía
-
Capacidad lúdica
- Poder
poner el cuerpo y ser presencia
-
Perseverancia
-
Sentido común
-
Control de los impulsos
- Poder
poner límites (firmes aunque no rígidos)
-
Capacidad de maternaje (tanto el varón como la mujer pueden asumir dicha
función)
-
Capacidad predictiva
-
Capacidad para identificarse con el otro, a la vez que una disociación
instrumental para observar y evaluar la interacción
- Tener
palabra
-
Flexibilidad
-
Respeto y responsabilidad
Para
todo lo cual es fundamental la higiene mental, a través del análisis personal.
Bibliografía
-
Historia de la locura en la Época Clásica (Michel Foucault) – Fondo de Cultura
Económica – 1967
-
Abordaje Psicoterapéutico de la Psicosis (Juan A. Yaría) – Ed. Piados – 1982
- La
Capacidad para estar Sólo (D. Winnicott) – Revista de Psicoanálisis – Tomo XVI
Nº 2 – 1959
- ¿Qué
es acompañar? (Norberto Proverbio) – Segundo Congreso sobre Psicoterapias –
1985
- Teoría
y Realidad del Otro (Pedro Laín Entralgo) – Alianza Editorial – 1983
-
Comunicación Terapéutica (Jürgen Ruesch) –Ed. Piados – 1980
-
Tratado de Psiquiatría (Henry Ey) – Tory Masson – 1978
- La
Realización Simbólica y Diario de una Esquizofrénica (M. A. Sechehaye) – Fondo
de Cultura Económica – 1958
-
Familia y Enfermedad Mental (I. Berenstein) – Ed. Piados – 1978
-
Experiencias Comunitarias en el Hospital Nacional Braulio A. Moyano (Néstor F.
Marchant) – Ediciones Iberindia – 1987
-
Persona y Personalización (Jorge Saurí) - Ed. Lohlé – 1989
- El
Vínculo Afectivo (John Bowlby) – Ed. Piados - 1990
¿En que ámbitos puede ser requerida la asistencia del acompañante?
¿A qué población está dirigida la asistencia del acompañante?
- DISCAPACIDADES EN GENERAL: (Motrices y/o psicológicas).
- AFECCIONES CLÍNICAS: (Oncológicas, renales, terminales etc.).
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